Sigmar se llevó consigo a su encierro a Grungni y a seis de sus Maestros Herreros más capacitados. Les explicó su plan, y el Dios Enano de la Forja decidió ayudarle.
Una terminado parte del plan de Sigmar, Grungni partió dejando a sus maestros herreros con Sigmar, para continuar con su plan.
Grungni había construido para Sigmar, un bastón mágico imbuido en la magia de Azhyr, que permitía transportar almas.
Con esta arma, allá donde moría un ser puro de corazón o realizaba un acto lo suficientemente heróico, altruista o valeroso, descendía un relámpago de Sigmar, que lo observaba y transportaba su alma para ser reforjada como Stormcast.