En Chamon, el Reino del Metal, la llegada de los Stormcast provocó fuertes vetas de gas que fueron aprovechadas, para lucha del Caos por parte de los Enanos.
Los Stormcast buscaron sobre todo crear con ellos una fuerte alianza en este Reino. Pero debido a la presencia de una enorme bestia, Argentine, su localización en un inicio fue muy difícil.
Esta enorme bestia era tan formidable, que era capaz de rivalizar con Dracothion. Ella y el Caos eran los culpables de prácticamente toda la destrucción del pueblo enano en Chamon.
No obstante los Stormcast, no cejaron en su empeño, y en una de sus misiones encontraron un bastión de Tzeentch. En ella la serpiente Argentine descansaba.
Sin dudarlo los Stormcast se lanzaron al ataque, pero resultaron destruidos por completo. No obstante fue una derrota fructuosa, ya que en ella descubrieron que Ghal Maraz, el Martillo de Sigmar, se encontraba oculto en el bastión.
Los Stormcast reforjados y otros más que se les unieron, impulsados por el sentimiento de recuperar el Martillo de Sigmar, volvieron para hacerse con él.
Cuando volvieron a la fortaleza ya no existía, en su lugar se encontraron con una terrible emboscada de Skavens y Hombres Bestias. Por suerte su número era suficiente y los rechazaron.
Tras diversas exploraciones, hallaron la fortaleza en oculta en un cráter, protegida por la bestia Argentine. La idea del Caos era llevar a Ghal Maraz a su dimensión.
Dado el poder de Argentine y la derrota anterior, los Stormcast decicieron solicitar a Dracothion su intercesión.
Este escuchó su súplica y descendió para ayudar a los Stormcast en esta titánica batalla. El combate de Dracothion y Argentine era de proporciones épicas.
Mientras tanto las huestes de los Stormcast se lanzaron a la conquista del bastión, donde fueron atacados por toda la fuerza del Caos.
El combate por Ghal Maraz fue muy duro, y prácticamente toda la fuerza Stormcast fue destruida. Pero finalmente antes de que el bastión diera el salto al Reino del Caos, se puedo recuperar a Ghal Maraz.
Los Stormcast que cayeron en esta memorable batalla, fueron reforjados, y Ghal Maraz fue entregado al Celestial Prime Vandus Hammerhand.
Sigmar había decidido no ser más un Dios Guerrero, ahora sería un Dios Rey, que guiaría a sus fuerzas en su lucha contra el Caos.