Tzeentch es conocido por varios nombres, como el Señor de la transformación, el Maestro de la fortuna, el Gran conspirador, o el arquitecto del destino.
Es el gran hechicero, el maestro de la magia y el destino y el tiempo. Tzeentch es el más difícil de comprender de todos los dioses del caos por su naturaleza, es complejo y mutable.
Sus seguidores son conspiradores y confabuladores, aquellos que buscan poder y conocimiento.
Las maquinaciones y planes de tzeentch no tienen fin, siempre cambiando y engañando, enrevesando el destino de los mortales.
El Libro de Tzeentch
Tzeentch entreteje, mediante la manipulación y el subterfugio, todas y cada una de las acciones que tienen lugar en la galaxia.
Al final de todos sus hilos se encuentra el ser humano, que se mueve al antojo de Tzeentch cuan infantil marioneta; entre ambos se encuentran agentes y adoradores de Tzeentch, meros peones a quienes satisface creer que su servicio al Señor de la Transformación redunda en mutuo beneficio.
Toda acción que Tzeentch lleve a cabo tiene como objetivo último alzarle por encima del resto de los dioses del Caos: esta es la única verdad.
No obstante, es tal la naturaleza del Señor de la Entropía que, aunque alcanzase sus objetivos, seguiría imbuido en un torbellino de cambios.
Tzeentch influye en los mortales mediante la manipulación y la maquinación.
Entre sus víctimas se encuentran los hechiceros hambrientos de conocimientos prohibidos y los políticos que ansían gobernar aunque sea mediante el engaño.
Su mejor baza es la hechicería y toda hechicería proviene de la disformidad, por ello es Tzeentch maestro en este medio. Tzeentch personifica la mutación y el cambio, la capacidad de evolucionar y manipular; su espíritu está presente en todo ser vivo. Disfruta haciendo cambiar de idea a todo aquel que se esfuerza por mantenerse íntegro y ofrece la vida eterna a todos aquellos que no se resisten a aceptar que algún día morirán.
Nurgle es el principal rival de Tzeentch. Allí donde Tzeentch lleva la evolución, el Señor de la Podredumbre no lleva mas que la muerte. Las conspiraciones de Tzeentch se han venido abajo muchas veces por los malignos designios de Nurgle y los adoradores de ambos dioses se odian a muerte y se enfrentan constantemente.
Tzeentch es el dios del Caos que mayor influencia ejerce sobre los demás. Hay veces en que una empresa no triunfaría si los cuatro dioses no se unieran para desempeñarla y es siempre gracias a Tzeentch que se forjan las alianzas entre los Poderes Oscuros. No obstante, Tzeentch no tiene nada de altruista, por lo que no cabe duda de que, cuando lleva a cabo alguna alianza de este tipo, él tiene sus propias y ocultas intenciones.
Los Mil Hijos
Los Mil Hijos nacieron de Magnus, el primarca hechicero. Un gigante de piel cobriza, de fiero pelo rojo y con un solo y siniestro ojo. Algunos dicen que su enorme cuerpo era reflejo de su gran inteligencia y que su ojo ciclópeo era su fortaleza. En el momento álgido de la Gran Cruzada, Magnus se encontraba entre los más imponentes primarcas y era del que más se sospechaba que pudiera estar corrupto. Pero él se resistiría a los susurros del Caos durante casi toda la vida…
Ahriman
Era inevitable que Ahriman, Bibliotecario Jefe de los Mil Hijos se viera atraído por los conocimientos místicos a los que tuvo acceso su Primarca, Magnus el Rojo, durante la Gran Cruzada. Hizo suya la obsesión que consumía a Magnus y estudió todos y cada uno de los textos que cayeron en sus manos con la intención de que los Mil Hijos pudieran controlar la disformidad a su antojo. Su fascinación hizo que los Mil Hijos, fieros guerreros antaño, se convirtieran en obsesionados hechiceros. El Emperador decidió tomar cartas en el asunto y envió a los Lobos Espaciales contra sus hermanos.