Tras un largo periodo de paz que vino con la Era de los Mitos, poco a poco, los Dioses del Caos fueron despertando en los Reinos Mortales. La aparición de nuevos cultos por los reinos, así como extraños hechos iban dando señales de su retorno.
Por otro lado en el Panteón de los Dioses, debido a la naturaleza y personalidades tan distintas de ellos, comenzaban a tener tensiones en su funcionamiento. Además hay que pensar que en el pasado habían sido todos enemigos, cosa que no ayudaba a hacerlas desaparecer.
En el Reino del Fuego, un caudillo humano empieza tentado por el poder, va conquistando tribus vecinas y rindiendo culto al Dios de la Sangre, Khorne, Era la prueba definitiva de que los Dioses del Caos habían vuelto.
Mientras tanto, el Panteón de los Dioses se había separado. Grimnir desapareció después de su combate con la Gran Serpiente. Grungni vuelve ha su hogar dejando a sus seis mejores herreros con Sigmar.
Además de estos hechos, los dioses élficos, preocupados por su raza empiezan la búsqueda de Slannesh y sus congéneres. Gorkamorka, no pudiendo contener más su naturaleza crea un gran ¡Waaagh!, que va de una punta otra de los Reinos Mortales.
Era el momento ideal, para los retornados Dioses del Caos, y lo tenían que aprovechar.
La Batalla de los Cielos Ardientes
Todo el caldo de cultivo anterior dio como resultado esta batalla, que fue la más importante dentro de esta era. Esta batalla se sitúa sobre la mitad de esta era y fue urdida por los Dioses del Caos, aprovechando el momento de debilidad del Panteón de los Dioses.
Los Dioses del Caos viendo que los Dioses del Panteón se encontraban dispersos pensando en sus cosas, lanzaron un ataque por todos los Reinos Mortales al mismo tiempo. Sabían que Sigmar saldría a su encuentro, pero no podría estar en todos los lugares al mismo tiempo.
En esta batalla nos encontramos grandes momentos como con la Tetrarca de la Ruina eran cuatro Grandes Demonios del Caos. Estos fueron vencidos uno por uno por Sigmar sin piedad ninguna.
Por siete veces las oleadas de mal se lanzaron contra Sigmar, y por siete veces este las venció. Archaon, se da cuenta de su debilidad al atacar por separado a Sigmar, y consigue ser el cabecilla de una gran hueste oscura, que se lanza contra Sigmar.
Sigmar viendo la magnitud del ataque de las fuerzas del Caos, reúne a las doce tribus bárbaras, los aelfs supervivientes, enanos, orcos y no muertos, y se prepara para la gran batalla.
La batalla es de una magnitud enorme, la destrucción, ira y muerte se encuentra por doquier. Pero en un momento de la contienda, Archaon consigue engañar a Sigmar, declinando la batalla a su favor.
El engaño consistió en un momento dado de la batalla, cuando Sigmar le lanza a la cabeza de Archaon su poderoso martillo, este abrió un portal y el martillo desapareció a través de él, sin que Sigmar pudiera recuperarlo.
Este hecho obliga a Sigmar a retirarse de la batalla, lo que supone la derrota de sus huestes. La victoria cae sobre el lado de los Dioses del Caos, y además Sigmar culpa a sus dioses aliados de la derrota.
El dominio del Caos sobre los ocho Reinos
Impulsado por la victoria Archaon decide avanzar rápidamente en su dominio de los Reinos Mortales.Por este motivo se lanza a por el control del enclave del portal de portales de Todas Partes.
Este lugar te permitía acceder a cualquiera de los ocho reinos, lo que tácticamente te permitía ganar una gran ventaja. Su control te permitía mandar ejércitos a cualquier Reino con velocidad.
Pero antes de atacar este punto estratégico, Archaon decide pasar por el Reino de la Muerte, para crear disputa entre Nagash y Sigmar. Sabía que si atacaba este reino Sigmar no saldría, en su ayuda ya que dejaría indefenso Azyr, su reino.
Creada la discordia en el Reino de los Muertos, Archaon se lanza a enfrentarse a Sigmar y Nagash en el Portal de Todas Partes. Y en la batalla sin previo aviso, el ejercito de los no muertos, en mitad de la batalla se da la vuelta y se enfrenta a Sigmar y los suyos.
Este hecho provocaría la fuerte enemistad de Sigmar y Nagash, y la retirada de Sigmar del combate. El dominio del Caos sobre los ocho reinos a partir de este momento es absoluto, y los siguientes siglos su influencia sobre los reinos no deja de crecer.
Durante ese tiempo, Sigmar recluido, en Azyr prepara su venganza.
Slaanesh y los Dioses Élficos
Ajenos a todo esto, y centrados en su búsqueda de Slaanesh, los Dioses Élficos no prestan ayuda a Sigmar. Pero consiguen su objetivo de caputarar a Slaanesh, para liberar las almas de sus congéneres.
Poco a poco los Dioses Élficos van extrayendo una a una las almas del interior del Dios del Caos. Con lo que consiguen recuperar parte de su raza.