En el Games Day inglés del año pasado, la zona de juego de El Señor de los Anillos destacaba por esta impresionante obra maestra: la torre de Orthanc. Logramos encontrar al creador de este gigantesco elemento de escenografía, Doug Bachelor, y fue tan amable de explicarnos cómo construyó su torre de Orthanc en miniatura.
Doug: Al haber sido un buen amigo y cliente de Games Workshop Eastbourne durante bastante tiempo, decidí marcarme un detalle y, como sorpresa, regalarles una torre de Orthanc de un metro de altura (en su versión reducida). Tuvo una gran aceptación y fue muy admirada hasta llegar al punto en que alguien, en algún lugar, decidió que debería abandonar su hogar para ser expuesta en el Games Day. Sin embargo, yo no quería moverla de su sitio. ¡Poner una torre de un metro de alto en el National Indoor Arena iba a ser como clavar un palillo en un campo de tenis!
Pensé que sería mejor empezar otra vez y construir una que quedara mejor. Hice las proporciones de la segunda torre de modo que pudiera colocarse sin problemas sobre el tablero de juego de una tienda normal; aquella bestia iba a ser de 1600 mm de alto y se transportaría en dos secciones. Elegir los materiales fue muy sencillo: cartón pluma, cartón pluma y… más cartón pluma.
Llevo diez años trabajando en el mundo del diseño gráfico y de la exhibición, de modo que para mí es muy fácil conseguir montones de cartón sobrante. La referencia que utilicé para hacer la torre fue un libro titulado The Lord of the Rings: The Making of the Movie Trilogy por Brian Sibley, una de las múltiples publicaciones que aparecieron a raíz de las películas. En la página 56 de este libro hay una foto espléndida de la torre en miniatura que se usó para hacer la película. La utilicé para calcular más o menos las proporciones y el plano. A pesar de ser más grande que la primera torre que había construido, esta seguía siendo un poco demasiado pequeña. Usando la altura de una miniatura para medir la escala, ¡la torre debería haber sido un metro más alta! No obstante, no me iban a dejar hacer un agujero en el techo de la tienda para que pudiera caber una torre de aquellas dimensiones, así que la dejé de 1600 mm. La base tiene unos 500 mm de lado y va montada encima de una fina capa de madera DM.
Las láminas de la estructura principal las corté y pegué a la vez con cola para madera de secado rápido.
Me llevó una semana construir la torre principal. Dos días más tarde, después de haber reunido todo mi coraje, me embarqué en la tarea plenamente satisfactoria pero supinamente aburrida de aplicarle los detalles. Comenzando desde abajo, empecé a contar los detalles puntiagudos que tenía la torre, hice una copia aproximada y se los pegué llevando siempre la cuenta de los pedazos que había cortado. A lo largo de mis 21 años de experiencia en el campo del modelismo, he intentado denodadamente generar un segundo par de brazos, pero de momento no lo he conseguido, por lo que tuve que ir pegando pedazo por pedazo.
Tras realizar unos cuantos retoques aquí y allá como licencias artísticas, fui trabajando poco a poco toda la torre recortando ventanas y puertas sobre la marcha. Las enormes fachadas de la torre están llenas de pinchos, líneas, ganchos y garras. Fueron pasando los días y los días se convirtieron en semanas. Y al cabo de cinco semanas cortando y pegando volví a mirarme el material de referencia y vi que la torre tenía una superficie texturizada, pero que también tenía una superficie tallada.
Estuve a punto de ponerme a llorar. No obstante, después de recuperar la compostura, me puse a arrancar, cortar, labrar y hacer muescas, cortes y todo tipo de imperfecciones a mi lisa y tersa versión de la torre.
Dos días y cuatro tubos de cola de decorador después, la estructura terminada ya estaba lista para pintarla. Y con un bote de pintura al agua negra, un pincel de 3 ó 5 cm (para los detalles complicados) y trece horas, la imponente torre blanca se cubrió de negro. Le añadí personalidad a la miniatura mediante el spray de pintura metálica para coches; las sombras de grafito y de azul plateado iluminaron las zonas de mayor relieve y les dieron más vida.
Resalté los detalles de las puertas y dejé caer pegamento de resina de secado rápido, con tintes de azul oscuro, por todas las ventanas. Para terminar, le apliqué el efecto del clima con un aerógrafo alrededor de la base. Y así, seis semanas después de empezar el proyecto, la imponente torre negra se alzaba acabada ante mí. Ya estaba lista para entregarla y mi cerebro estaba listo para tomarse un largo descanso. En total utilicé el equivalente de una lámina de cartón pluma de 240 x 120 cm, un litro de pegamento para madera, un litro de pintura al agua negra, 50 cuchillas de escalpelo y un total de 2.355 pedazos de cartón pluma, cartón y alambre. ¡Menuda manera de pasar seis semanas!
También he construido una maqueta de 120 cm de ancho del Abismo de Helm, pero eso es otra aventura de modelismo. ¡Quién sabe lo que mi imaginación me tiene deparado para el futuro! Hubo alguien que sugirió el gran ariete de asedio de El Retorno del Rey. O una idea que tuve hace tres años, gracias a la cual me pasé dos meses y medio haciendo planos técnicos de un dreadnought de los Lobos Espaciales cinco veces más grande que la miniatura. Eso podría ser un reto divertido. También he descubierto que, si añado un cero a todas las dimensiones, me sale uno a tamaño real. Me pregunto cuánto espacio tendré en el garaje…