Desde su fundación como Legión en el nacimiento del Imperio, los Ángeles Oscuros siempre han sido temidos por sus enemigos y tenidos en alta estima por sus protegidos. Obstinados e imparables en la batalla y siempre fieles en sus cometidos con un celo religioso, los Ángeles Oscuros se encuentran entre los servidores más leales del Emperador. Pero no siempre fue así. Durante diez milenios, los Ángeles Oscuros han ocultado un siniestro secreto, un acto tan terrible y vergonzoso que amenaza con destruir todo aquello que aman con más fuerza y que, quizá, pueda incluso suponer su condenación eterna.
Orígenes
Los verdaderos orígenes de los Capítulos de la Primera Fundación están intrínsecamente ligados al nacimiento del Imperio y a los tiempos legendarios en los que el divino Emperador aún caminaba entre los hombres. La verdad acerca de lo que sucedió en aquellas eras distantes se ha perdido y, actualmente, solo se conserva en los antiguos mitos de la historia del Capítulo preservados por los Marines Espaciales Bibliotecarios y, tal vez, en alguno de los interminables archivos de la Santa Biblioteca de la Sagrada Tierra. Pero, aunque debido al terrible peso de diez mil años de historia los hechos son inciertos, las suposiciones son habituales. Conoced, pues, los hechos que narran tales conjeturas.
Los Ángeles Oscuros poseen el honor de ser la primera de todas las Legiones de Marines Espaciales, creados por el Emperador para combatir en su Gran Cruzada para liberar la raza humana de los alienígenas y del dominio de los Dioses Oscuros. Sus victorias tienen un halo de leyenda y, pese a algunos rumores sobre la historia del Capítulo, muchos lo consideran el más grande de todos los de los Marines Espaciales. El carácter de todos los Capítulos está fuertemente marcado por la personalidad de su Primarca o Primer Nacido y los Ángeles Oscuros no son una excepción.
Los Bibliotecarios de los Marines Espaciales conservan historias que describen la creación de los primeros Primarcas por parte del Emperador. Estas explican cómo el Emperador, imparable en Su sagrada divinidad, reunificó todas las tribus de la Tierra, que estaban enfrentadas por la guerra, y las guió hacia la luz. Sabía que había llegado el momento de unir a toda la Humanidad, que se había dispersado a lo largo y ancho de la galaxia durante la Era de los Conflictos. Sabía también que este gran logro no podría conseguirlo solo, pues ni siquiera él, con todo su incontestable poder, podía estar en todas partes a la vez. Así que, por su propia mano, empezó a crear a los Primarcas, los Primeros Nacidos. Eran hijos de su sangre, aunque no meras copias: cada uno había sido diseñado para ser un líder de hombres, tanto física como espiritualmente. Estos descendientes del Emperador liberarían a la Humanidad de los Poderes Oscuros y la guiarían hacia una edad de oro.
Pero se sabe que algún desastre sobrevino a los trabajos del Emperador en la Luna antes de que los hubiera completado. Los Primarcas, nonatos todavía, se perdieron, dispersados entre las estrellas. Han surgido muchas historias y leyendas que intentan explicar este periplo de los Primarcas. Algunas cuentan que los Dioses Oscuros previeron los planes del Emperador y trataron de destruir a sus futuros adversarios, pero solo lograron que se perdieran entre los astros; otras dicen que fue el propio Emperador quien envió a los Primarcas a los abismos galácticos para que aprendieran a vivir fuera del cromo y la ceramita del laboratorio; hay quien sostiene incluso que fueron los Primarcas los que, nada más nacer, decidieron alejarse de los cuidados del Emperador para buscar el conocimiento por su propia cuenta.
Es probable que solo el Emperador conozca la auténtica verdad. Lo que sí se sabe es que, después de esa fecha, decidió modificar genéticamente a sujetos humanos para mejorarlos, utilizando para ello como matriz las hélices genéticas de los Primarcas perdidos. Así fue como nacieron las primeras Legiones de Marines Espaciales y fueron estas las que acompañaron al Emperador en su reconquista de las estrellas.
Los Bibliotecarios de los Ángeles Oscuros recuerdan antiguas fábulas acerca de cómo su Primarca, el que más tarde sería conocido como Lion El´Jonson, fue encontrado en su perdido mundo natal: el hermoso pero desafortunado planeta de Caliban. La mutación y la corrupción del reino del Caos habían maldecido Caliban y lo habían convertido en uno de los mundos más letales de la galaxia. Con toda certeza, el Primarca infante debería haber muerto escasos minutos después de su llegada a Caliban. Resulta un misterio cómo Jonson pudo sobrevivir, pues este nunca habló de sus primeros años en aquel planeta maldito.
Se dice que los habitantes de Caliban eran una raza orgullosa y marcial, criados para vivir y morir por la guerra. La superficie de Caliban estaba cubierta de lujuriantes selvas, pobladas por incontables bestias de todo tipo engendradas por el Caos. La ferocidad de esas criaturas obligó a los habitantes del planeta a construir monumentales fortalezas de piedra en enormes claros arrebatados a la selva. Desde estas fortalezas era desde donde gobernaba la elite guerrera de Caliban.
La Balada de Luther explica cómo una banda de guerreros de un grupo conocido simplemente como la Orden descubrió al niño Primarca en la espesura de la selva. Su líder, un joven llamado Luther, llevó al Primarca a la fortaleza monasterio de la Orden y le dio el nombre de Lion El´Jonson, que en el idioma caliban significa «El León, el Hijo de la Selva». Jonson se adaptó con facilidad a las costumbres de los hombres aprendiendo las costumbres de su raza y adaptándose al mundo natal en un periodo notablemente breve. Con el paso del tiempo, Jonson y Luther se volvieron como hermanos y cada uno parecía complementar las habilidades y pericias del otro. La historia de sus ataques y sus victorias se difundió por Caliban y el número de jóvenes que quería unirse a la Orden fue en aumento año tras año.
Los eruditos imperiales creen que Jonson dirigió una cruzada a escala planetaria contra las aberraciones del Caos que pululaban en el interior de las selvas del planeta. Los Grandes Señores de cada monasterio se unieron a Jonson y a la Orden en su cruzada y, en apenas una década, el planeta quedó totalmente libre de los oscuros poderes que lo habían infestado. Libre de la garra del Caos, el planeta de Caliban floreció como nunca antes lo había hecho y, en reconocimiento a su triunfo, Jonson fue proclamado Señor Supremo de la Orden y regente de Caliban. Se rumorea también que, pese a que Luther, de cara al exterior, hacía ostentación del orgullo que sentía por los logros de Jonson, por dentro empezó a sentir las primeras punzadas de unos celos que algún día se alimentarían y crecerían hasta prácticamente destruir todo lo que él y Jonson habían construido.
Mientras Jonson y Luther combatían contra las criaturas del Caos en la selva, el Emperador reconquistaba la galaxia mediante su Gran Cruzada junto a sus Legiones de Marines Espaciales. Se dice que, en cuanto el Emperador llegó a Caliban, él y Jonson reconocieron inmediatamente el vínculo que los unía. Así, el Emperador se reencontró con uno de sus Primarcas perdidos. Según el Apócrifo de Skarros, a Jonson se le confió el mando de la Legión de los Ángeles Oscuros, que había sido construida a su imagen y semejanza, y Caliban fue declarado planeta natal de los Ángeles Oscuros. Los guerreros de la Orden le pidieron unirse a sus filas y, al poco tiempo, todos ellos se convirtieron en Marines Espaciales. Se cree que Luther fue el primero en ser investido y que solo Jonson lo superaba en capacidad de mando en la Legión. Sin embargo, cuando el Emperador abandonó Caliban y prosiguió con la Gran Cruzada, se llevó a Jonson y a la mayoría de la Legión de los Ángeles Oscuros con él dejando atrás a Luther y el resto de la Legión como guarnición de defensa de su mundo natal y como vigías contra el regreso del Caos. Todo esto se puede encontrar fácilmente en los archivos del Imperio; pero el resto de la historia antigua de los Ángeles Oscuros y la crónica de su terrible traición están bien ocultos. Solo los iniciados del Círculo Interior de los Ángeles Oscuros y, tal vez, los más altos cargos de la Inquisición saben de la posterior traición de Luther y de la caída de la propia Legión.
La Traición
La Gran Cruzada continuó y los mundos fueron cayendo, uno tras otro, ante los Ángeles Oscuros. Las noticias de las victorias de Jonson llegaron hasta el último rincón de la galaxia. En Caliban, las pequeñas ascuas de celos y envidia que habitaban en el corazón de Luther prendieron y se avivaron con cada narración de las proezas y del coraje en batalla de su hermano hasta que lo convirtieron en un abrasador infierno de cólera. En el interior de su mente, su papel como celador de un planeta olvidado se le antojó una mancha en su honor. Así fue como el noble caballero Luther se sumió en una nube de amargos pensamientos.
Cuando la Herejía de Horus estalló y muchas Legiones se rebelaron contra el Emperador, Jonson se encontraba luchando junto a Leman Russ, el Primarca de los Lobos Espaciales, en el extremo más alejado de la galaxia. Cuando ambos Primarcas se enteraron de la traición de Horus, dejaron al margen sus disputas personales, reunieron sus Legiones y emprendieron el regreso a la Tierra. Pero aquella odisea estuvo plagada de dificultades, así que, cuando llegaron por fin a su destino, la Batalla por la Tierra había terminado y los traidores habían sido derrotados. El precio de la victoria había sido elevado. El Imperio estaba en ruinas y las heridas del Emperador lo habían obligado a conectarse al mecanismo preservador de la vida del Trono Dorado. Jonson quedó profundamente afligido por no haber sido capaz de proteger al Emperador ante la Herejía de Horus y, lleno de pena, volvió a Caliban por primera vez en muchos años.
Pero, cuando las naves de los Ángeles Oscuros alcanzaron la órbita de su mundo natal en lo que debería haber sido el fin de una ardua travesía, una fulminante andanada de fuego surgió de la superficie del planeta y destruyó numerosas naves, que cayeron a través de la atmósfera como meteoritos envueltos en llamas. La flota se alejó, confusa, del planeta y Jonson intentó descubrir la razón de aquel ataque. Los Ángeles Oscuros iban a descubrir la aterradora crónica de una traición. Esa crónica es el terrible secreto que los Ángeles Oscuros han ocultado durante diez mil años, la verdad que encubrirán a toda costa.
El León y el Lobo
Una de las más famosas crónicas de rivalidad jamás contadas en la galaxia es la que narra el enfrentamiento entre los Ángeles Oscuros y los Lobos Espaciales. Se remonta a los tiempos de la Gran Cruzada. Por aquel entonces, las Legiones de los Marines Espaciales ampliaban cada día un poco más las fronteras del Imperio. Cada Primarca pugnaba por destacar en excelencia ante los ojos del Emperador y, entre ellos, ninguno más que Leman Russ, Primarca de los Lobos Espaciales. Solo Horus y Lion El´Jonson superaban sus victorias (lo que, para él, significaba una frustración constante). Fue en el mundo de Dulan, en el que los Lobos Espaciales luchaban junto a los Ángeles Oscuros, donde estos problemas estallaron en conflicto. El Tirano Durath había insultado personalmente al Emperador al sacrificar a miles de sacerdotes imperiales a su deidad demoníaca, así que tanto Russ como Jonson deseaban tener el honor de acabar con la herejía. El terco Primarca de los Lobos Espaciales se encendió de ira cuando Durath proclamó que Russ era el «perrito faldero del Emperador» y que serviría de alimento a su mascota Grox.
Russ juró que le separaría la cabeza de los hombros y pidió a los Ángeles Oscuros que permitieran a los Lobos Espaciales efectuar un asalto inmediato a la Fortaleza Carmesí del Tirano. Jonson había pasado varios días observando los puntos débiles de la fortaleza, planificando meticulosamente el ataque; por lo tanto, no iba a consentir que un bárbaro impetuoso arruinara sus planes cuidadosamente elaborados. Así que rechazó la petición de Russ e inició el asalto a la fortaleza sufriendo un número de bajas notablemente reducido. Russ, ocupado en un violento combate en la base de la muralla, solo pudo aullar de rabia cuando vio cómo Jonson abatía a Durath en lo alto de la fortaleza. Tras la batalla, Russ corrió por los salones de la fortaleza y le asestó a Jonson un golpe en la cabeza. Los dos Primarcas lucharon durante un día y una noche, cada uno incapaz de superar la destreza de su rival.
Al final, la pareja se derrumbó, exhausta, y Russ empezó a reír al darse cuenta de lo cómico de la situación. Pero Jonson no rió. Pensaba que el primer golpe de Russ había sido a traición, así que, mientras el Primarca de los Lobos Espaciales reía, Jonson lo golpeó dejándolo inconsciente. Entonces consideró que su honor estaba satisfecho. El postrado Russ fue sacado de la fortaleza por sus hombres y, cuando recobró la consciencia, los Ángeles Oscuros ya habían partido para luchar en la campaña de Alisore. Russ juró que se vengaría por la mácula en su honor y, hasta ahora, cada vez que los Lobos Espaciales y los Ángeles Oscuros se encuentran uno de sus hombres debe volver a librar el antiguo duelo igual que los Primarcas para que el honor de ambos pueda quedar satisfecho.
Durante muchas décadas, Luther había corrompido a los guerreros de Caliban proyectando sus oscuros pensamientos de amargura y envidia a todos los Ángeles Oscuros a su cargo. Su poderosa oratoria los había sumergido en una furia abrasadora contra aquellos que les habían robado la gloria que les pertenecía y que los habían abandonado obligándolos a asumir poco más que el papel de mendigos. Al igual que Horus y el resto de traidores, Luther había sido mancillado por las insidiosas maquinaciones del Caos. Su orgullo y su despecho eran todo lo que necesitaban los Dioses Oscuros para poseerle.
Los pensamientos del Primarca son puras conjeturas, pero lo que es indudable es que Jonson había combatido por toda la galaxia junto al Emperador para liberar innumerables planetas de la abominación del Caos y, al volver a su amado hogar, se lo había encontrado entregado a las mismas terribles fuerzas. Al descubrir la verdad, su furia debió de ser terrible. Sus naves tomaron posiciones para destruir a aquellos que los habían traicionado y empezaron a bombardear el planeta sin piedad, pese a las defensas planetarias. Las selvas ardieron y la tierra tembló con el fragor del combate, pues las naves y las torres de defensa planetaria se disparaban unas a otras con la energía de diez mil soles. Poco a poco, las defensas fueron cayendo y la resistencia fue debilitándose, hasta que Jonson ordenó finalmente la invasión y dirigió personalmente el asalto a Caliban con el corazón consumido por la sed de venganza.
Los Ángeles Oscuros Caídos se habían refugiado en la gran fortaleza monasterio de la Orden, así que Jonson dirigió a sus guerreros contra su propio hogar, sabiendo que Luther le estaría esperando.
El Primarca se enfrentó a su antiguo hermano y supo que lo había perdido, que los Poderes Oscuros habían destruido al honorable hombre que había sido. El Primarca era un dios viviente entre los hombres, pero los poderes del Caos habían agraciado a Luther con unos poderes prácticamente iguales en todos los aspectos. Los dos guerreros libraron una batalla jamás presenciada hasta entonces y que jamás se ha vuelto a presenciar. El antiguo hogar de la Orden fue reducido a escombros mientras tenía lugar esta batalla épica, pues la flota no había detenido el bombardeo planetario y arrasó las ciudadelas de todos los demás monasterios. La superficie de Caliban empezó a resquebrajarse y a crepitar bajo el incesante bombardeo, pues la furia que sentían los Ángeles Oscuros no les permitió percatarse de que estaban destruyendo su propio mundo.
Solo los Señores de los Ángeles Oscuros saben más sobre lo que ocurrió, pero no se lo cuentan a nadie. No obstante, el Códice Astartes Mortis o Libro de los Ángeles de la Muerte describe la batalla entre Luther y Jonson: «[Ambos] lucharon con una fuerza sobrehumana, iguales en todos los aspectos salvo en el propósito… Luther tropezó por accidente y dejó su cuello expuesto ante [la hoja justiciera de] su hermano. Cuando Luther cayó, Jonson levantó su espada, pero [incluso preso de una terrible rabia] no fue capaz de asestar el golpe definitivo. Luther no tenía tales miramientos, así que, cuando Jonson vaciló, descargó un terrible ataque psíquico que hirió de muerte al Primarca� Luther se levantó henchido [ante Lion], pero, cuando contempló cómo el Primarca luchaba para sostenerse en pie con la cara torcida de dolor, se le cayó el velo de los ojos y se percató de lo terrible de su traición. No solo había traicionado a su amigo, a su Legión y al Emperador, sino que también había traicionado su propio sentido del honor. Dejó caer el arma a sus pies y cayó al suelo junto a Jonson: su cordura estaba destrozada debido a la enormidad de sus actos».
Alrededor de Caliban la disformidad se convulsionó cuando los Dioses Oscuros se dieron cuenta de que habían sido derrotados una vez más. Si las crónicas son ciertas, su rabia titánica abrió una brecha en el propio tejido del espacio alrededor de Caliban y una tormenta de disformidad de furia inigualable emergió de la brecha para tragarse el planeta.
El vórtice de energía disforme desatado barrió Caliban. Furiosos terremotos despedazaron su superficie, que empezó a resquebrajarse. El bombardeo sin compasión de la flota de los Ángeles Oscuros había debilitado el planeta, que, ante su horror, se rompió en pedazos y dejó de existir, ya que los restos arrojados en sus estertores agónicos fueron tragados por el torbellino disforme. Lo único que quedó de Caliban fueron las ruinas de la fortaleza monasterio de la Orden.
Los Ángeles Oscuros sostienen que la fortaleza en ruinas estaba vacía, pero el Códice Astartes Mortis explica que «…cuando los Ángeles Oscuros descendieron a la roca muerta, descubrieron a Luther en posición fetal repitiendo sin cesar la misma frase. Una y otra vez les explicaba a los Ángeles Oscuros que ellos [los que Vigilan en la Oscuridad] se habían llevado al Primarca y que, un día, lo devolverían para que perdonase a Luther por sus pecados. Los Marines Espaciales buscaron por el asteroide a la deriva, pero no encontraron ni rastro del Primarca. Lion El´Jonson había desaparecido».
Tras la caída de Caliban, los ancianos del Capítulo celebraron un cónclave secreto y decretaron que el conocimiento de la caída de sus hermanos jamás debería ser revelado. Nadie debía saber del cisma que había dividido al Capítulo o cómo los Ángeles Oscuros se habían convertido al Caos. De saberse aquel terrible secreto, sin duda alguna el Capítulo sería destruido, con lo que todas las esperanzas de restaurar su honor se perderían para siempre.
El Capítulo creó un Círculo Interior con los oficiales más veteranos para guardar este peligroso secreto y cada hombre pronunció juramentos de silencio inviolables. Los traidores de Luther, los Ángeles Caídos, desaparecieron en lo más profundo de la disformidad durante el cataclismo, arrojados por la furia de los Dioses Oscuros a través del espacio y del tiempo. Hasta que cada Angel Caído fuera capturado y se arrepintiese, la paz no existiría para los Auténticos Hijos de Lion. Así que, mientras uno solo de los Caídos siguiera con vida e impenitente, los Ángeles Oscuros seguirían siendo los No Perdonados, condenados por sus hermanos a expiar eternamente los errores del pasado.